11 de noviembre de 2022

Mediación angoleña privilegia diálogo entre Ruanda y RDC

El Presidente de Angola, João Lourenço, se reunirá, este fin de semana, con sus homólogos de Ruanda y de la República Democrática del Congo (RDC), en Kigali y Kinshasa, respectivamente, en otra maratón de mediación en la crisis político-militar entre los dos vecinos países.

La iniciativa sigue al deterioro, en los últimos días, de la tensión en la frontera entre Ruanda y la RDC, marcada por la toma de dos ciudades más en el este del Congo por parte de la rebelión del M23, que, según las autoridades de Kinshasa, cuenta con el apoyo ruandés.

Tras fuertes enfrentamientos con las Fuerzas Armadas Congoleñas (FARDC), a finales de octubre, los rebeldes del M23 tomaron el control de las localidades estratégicas de Kiwanja y Rutshuru, cercanas a la frontera común, en la provincia de Kivu del Norte, alzándose al doble del territorio que había ocupado anteriormente.

Kinshasa reaccionó con la expulsión del embajador de Ruanda, Vincent Karega, dándole 48 horas para abandonar el país, en una repentina escalada de tensión que volvió a poner en pie de guerra a los dos países vecinos.

En Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte, varios miles de jóvenes congoleños salieron a las calles para expresar su furia contra Ruanda por su supuesto apoyo al M23, y declararon su disposición a unirse a las FARDC en la lucha contra lo que denominan “el grupo ruandés invasores y agresores”.

En su última declaración sobre estos hechos, el jefe de Estado angoleño calificó la situación de “muy preocupante” e insistió una vez más en la urgente necesidad de volver al diálogo, como única salida para revertir la situación, tras diagnosticar “lo que realmente está pasando”.

Si bien reconoció que actualmente no existe un ambiente para el diálogo entre las dos partes, a nivel de jefes de Estado, João Lourenço insistió en que “la puerta al diálogo debe estar siempre abierta en todos los niveles”, desde los servicios de inteligencia y militares, la diplomacia y los propios jefes de Estado.

“La situación es de hecho bastante preocupante (…) pero las partes deben dialogar”, declaró el estadista angoleño que hablaba, el miércoles 2, en videoconferencia del Buró de la Asamblea de la Unión Africana (UA), en su como presidente de la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (CIRGL).

Pasos preliminares

El viaje del Jefe de Estado angoleño para contactos directos con sus homólogos, en Kigali y Kinshasa, fue precedido por varias otras acciones diplomáticas, encaminadas a distender la tensión en este conflicto, que “pone a dos países hermanos en dos bandos opuestos”.

Además de las conversaciones telefónicas sobre el tema, João Lourenço envió delegaciones especiales a Kigali y Kinshasa, encabezadas por el Ministro de Relaciones Exteriores de Angola, Téte António, entre el 30 y el 31 de octubre de este año, para transmitir su posición en defensa del retorno al diálogo. a una solución pacífica del conflicto.

Esas acciones resultaron en la llegada a Luanda de delegaciones ministeriales o departamentales de Ruanda y de la RDC, encabezadas por los respectivos jefes de la diplomacia, para un encuentro con los homólogos angoleños, sobre la preparación de las condiciones para el restablecimiento de la confianza entre las partes, con una de cara a la reanudación de la implementación de la Hoja de Ruta para la Paz acordada este año, en la capital angoleña.

En su visita a Luanda, los ministros de Relaciones Exteriores de Ruanda y de la RDC, respectivamente, Vicent Biruta y Christophe Lutundula, también fueron recibidos en audiencia por el Jefe de Estado angoleño.

En ese momento, este último recibió el aliento del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, quien expresó, en un contacto telefónico, su pleno apoyo a los esfuerzos de mediación de João Lourenço, quien también tiene el mandato de la Unión Africana (UA), como su “Campeón por la Paz y la Reconciliación” desde mayo de 2022.

Hoja de Ruta de la Paz de Luanda

Según los observadores, el principal desafío en este momento es convencer a las partes descontentas de volver a la letra y el espíritu de la Hoja de Ruta de la Paz de Luanda, que concluye los acuerdos alcanzados en la última cumbre en la capital angoleña, el 6 de julio de este año, también por iniciativa de John Lawrence.

Esta conferencia se saldó con un inesperado anuncio de un “alto el fuego inmediato” en el nuevo conflicto, que desde finales de 2021 sacude la provincia de Kivu del Norte, en el este del Congo, por la acción del Movimiento 23 de Marzo (M23).

Ruanda y RDC se acusan mutuamente de apoyar la insurrección militar para desestabilizarse mutuamente, con Kinshasa denunciando la guarida de Kigali y la ayuda militar al M23, acusaciones que Kagame niega categóricamente.

En su defensa, este último justifica el recrudecimiento de la violencia en territorio congoleño por la “indiferencia” del Gobierno de Kinshasa para atender las preocupaciones de la población ruandesa del país, incluidos los miembros del M23, cuyos derechos son supuestamente ignorados.

En la misma línea, Kigali también denuncia una supuesta alianza entre fuerzas gubernamentales congoleñas y grupos rebeldes ruandeses para desestabilizar Ruanda.

En otras palabras, Ruanda niega todo apoyo al M23, pero acusa, en cambio, a las FARDC de luchar codo con codo con las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), grupo rebelde ruandés creado por antiguos mentores del genocidio de 1994.

El encuentro de Luanda culminó con la adopción de una Hoja de Ruta, que recomienda la reactivación de la Comisión Conjunta de los dos países, después de un prolongado paro.

El desmantelamiento de las “fuerzas negativas”, incluido el M23 y las FDLR, que estarían en el origen de la tensión entre ambos bandos, también forma parte de las decisiones tomadas.

La Hoja de Ruta de Luanda también propone una lucha reñida contra el discurso de odio antirwandés en la RDC, que ha adquirido contornos alarmantes desde que se reanudó la retórica de apoyo de Ruanda a la rebelión congoleña.

Pero el M23 condicionó, en su momento, la aceptación del alto el fuego pactado, en Luanda, a la satisfacción de sus demandas, incluida la integración de sus hombres en las Fuerzas Armadas congoleñas.

Entendimientos previos

Varios acuerdos alcanzados, en los últimos 10 años, con mediación internacional, incluida la angoleña, no fueron suficientes para evitar el recrudecimiento de la crisis en la frontera común.

En la actualidad, el número de grupos armados que operan en la RDC se estima en varias docenas, incluido el M23, que surgió de una antigua rebelión armada formada por individuos esencialmente de origen ruandés tutsi.

Los orígenes del M23 son ex miembros de las FARDC, quienes supuestamente desertaron para defender su etnia, que supuestamente estaba siendo “masacrada” por el ejército del gobierno.

Luego de refugiarse en Ruanda, bajo el mando de Laurent Nkundabatware, el mismo grupo regresó posteriormente al país, esta vez dirigido por el General Bosco Ntanganda, para reintegrarse a las FARDC el 23 de marzo de 2009.

Tres años después, el grupo reaparece como movimiento antigubernamental, adoptando su nombre actual (M23), en momentos en que el general Bosco Ntanganda era buscado por la justicia internacional por crímenes de guerra.

Con el supuesto apoyo de Ruanda y Uganda, el M23 va a la guerra contra las FARDC, hasta 2013, cuando es derrotado por una fuerza conjunta de la ONU y la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (CIRGL).

La derrota impuesta por la fuerza internacional de unos tres mil soldados obligó al M23 a refugiarse en Uganda.

Desde entonces, se han llevado a cabo varias rondas de negociaciones para reintegrar al grupo a las FARDC, sin éxito, hasta que el grupo reaparece, a finales de 2021, en el oriente del país.