10 de Octubre de 2023

El PSOE se inquieta ante la negociación incierta con Puigdemont: "Se daba por cerrado y ahora necesitamos más tiempo"

"Esto no es nada fácil. Encajar todo es complejo. Tiene su trabajo", conceden fuentes conocedoras de la negociación

La sensación de velocidad ha disminuido. Si antes se transitaba en sexta marcha, ahora se han bajado revoluciones. El camino ha entrado en terreno pedregoso, invita a ser precavido, a no correr. En el PSOE asumen que la negociación con los independentistas catalanes sobre la amnistía precisa de más tiempo del que creían o querrían. Y digerir la incertidumbre que supone el hecho de que se está en manos del prófugo Carles Puigdemont, y eso, admiten fuentes socialistas, conlleva no tener todo bajo control.

«Esto no es nada fácil. Tiene su trabajo», conceden fuentes conocedoras de la negociación. El propio Sánchez ha trasladado a unos pocos interlocutores estos días que «encajar todo es complejo», que es «difícil». «Esto es muy delicado porque hay muchas cosas que pueden poner en riesgo la negociación. Por eso es importante la discreción», señalan fuentes de la negociación. Altibajos como la resolución de ERC y Junts en el Parlament exigiendo a Sánchez «trabajar» por el referéndum. El objetivo es cerrar un pacto sobre la amnistía que permita la investidura de Sánchez con una mayoría absoluta -más de 176 diputados- en la primera votación, pero se transita un territorio poco explorado porque la legislatura pasada no se pactó nada con Junts. Por eso, lo primero era establecer un marco de confianza que ayudara a hablar.

"TODO PUEDE SER"

Desde el Gobierno se pone el acento en que Puigdemont ha aceptado entrar en la negociación y que la discreción que mantiene Junts es un síntoma de que quieren seguir en la rueda. Pero las fuentes socialistas y gubernamentales consultadas por este diario admiten que la «volatilidad» o impredecibilidad del ex presidente de Cataluña, sumado a lo complejo del encaje de la amnistía, sitúan el diálogo en un alambre. Y ello obliga a modular la negociación. «Todo el mundo sabe que Puigdemont puede cambiar, pero entendemos que es consciente de que tiene una oportunidad», señalan desde la sala de máquinas socialista. «Su entorno es más serio», conceden fuentes conocedoras de la negociación. «Creemos que la negociación va bien, mandan señales positivas». Si bien apostillan, realistas: «Todo puede ser».

El propio Sánchez, que quiere ser investido «cuanto antes», ha tejido en los últimos días un escudo para tratar de descargarse de presión y contemporizar por si el resultado de los contactos no es satisfactorio. «La negociación es compleja», ha admitido el candidato socialista. Uno de los negociadores, el ministro Félix Bolaños, también ha expuesto que quedan por delante «semanas intensas de contactos». Eso sí, en el marco de la cumbre europea de Granada, Sánchez mencionó por primera vez la palabra «amnistía» y defendió el porqué de su aplicación.

El propósito es encapsular la negociación para que ninguna nota más fuera de lugar la lleve al fracaso. Por eso, los socialistas se desmarcan y ponen distancia con la propuesta de Sumar. Hay coordinación con Díaz sobre el objetivo final, pero afean sus formas y planteamiento. «Totalmente intrascendente», así califican fuentes gubernamentales la iniciativa que la vicepresidenta presenta hoy en Barcelona, validando sólo la negociación del PSOE con ERC y Junts.

De hecho, la posición en el PSOE es informar del pacto cuando se alcance. Y si no hay acuerdo, entienden que no habrá motivo para informar de nada. «No habrá acuerdo hasta que todo esté acordado», es la máxima socialista. Y la labor de pedagogía prevista se retrasa. Así lo explican quienes están al tanto de lo que se negocia: «Es como cuando estás embarazado, pero no sabes el sexo del bebé y hasta que nace no le pones nombre. Nosotros estamos igual. Estamos embarazados, pero aún no sabemos qué va a nacer. Cuando nazca, le pondremos nombre».

«Hace unos días parecía que se daba por cerrado. El presidente quería ir rápido. Ahora necesitamos darnos más tiempo del previsto inicialmente. No está cerrado. Está aún verde. Si no, iríamos ya a la investidura», exponen fuentes socialistas. «Todavía queda mucho trabajo. Queremos un acuerdo de legislatura, aún hay que trabajar de manera intensa». Una muestra de ello es que los contactos con el PNV han tomado ya también más consistencia. «La pelota ya está en juego. Vamos a ver cómo se desarrollan las conversaciones», dicen los jeltzales.

Porque, sí, lo mollar es el encaje de la amnistía, pero también hay que recabar el apoyo de los nacionalistas vascos: PNV y Bildu. Cierto es que en el Gobierno este flanco inquieta menos que el catalán. Primero, porque Bildu ha dicho que votará a favor de la investidura. Segundo, porque, exponen fuentes del Ejecutivo, «la posición de gobernabilidad del PNV ayuda, lo hace más fácil». Eso sí, tampoco quieren dejar descubierta esa arista: «El PNV es importante. Hay que cuidarlo».

«Es más complejo que la amnistía. Hay mucha tela que cortar».